Vientos de Guerra


Me prometí a mi misma distanciar un poco mis entradas para darles un respiro a mis lectores entre una y otra, pero siempre ocurren cosas en mi entorno que me obligan a romper la promesa. En este caso, fue una entrevista a Carlos Alberto Montaner -el preclaro intelectual cubano es uno de mis analistas favoritos, soy fan de su columna sindicada de la que no suelo perder letra-, donde conversaba con su entrevistador –el periodista, también cubano, Camilo Egaña- sobre el aparente empeño de Chávez en provocar un conflicto armado entre Colombia y Venezuela. La entrevista fluyó con algunos tropiezos, inducidos casi todos por Egaña empeñado en demostrar que es tan inteligente e informado como su entrevistado, mal que aqueja comúnmente a muchos entrevistadores. Pero al final, entre interrupciones y detalladas citas de otro cuento que no venían al caso, pudimos escuchar la preocupante opinión de Montaner.

Según sus palabras, Hugo Chávez está apelando a un conocido recurso de los gobiernos dictatoriales -sean de derecha o izquierda-, al perder su popularidad, que es: Estimular el nacionalismo inventando un enemigo común (a él y al país) del cual hay que defenderse.

En opinión de Montaner, la popularidad de Chávez se arrastra por el 20% y no confía en las fuerzas armadas nacionales -sobre todo en el ejército y la armada-, motivo para la creación de las llamadas “Milicias Bolivarianas”.

Agrega Montaner, que la verdad oculta tras toda la alharaca guerrerista es: Que algunos estados limítrofes entre Colombia y Venezuela están en manos de la oposición y Chávez necesita el espacio para poder mantener el santuario creado para cobijo de las FARC en territorio venezolano. Sobre todo el Táchira se ha convertido en punto de honor para Chávez ya que su gobernador, además de demócrata y hombre decente, acumula toda la popularidad que el presidente no tiene y dentro de su territorio se encuentra una de las puertas más importantes para los intercambios fronterizos de todo tipo, la ciudad de San Antonio.

Según Montaner, el dictador se ocupará de montarle al gobernador un expediente con acusaciones diversas del tipo “apoyo a paramilitares magnicidas”, dolo, malversación de fondos públicos o cualquier otro tema que sirva para desprestigiarlo -al estilo de lo hecho a su vez con el ex gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales- de modo de alejarlo de su cargo haciéndolo huir o renunciar, para colocar a dedo algún adepto.

Hecho este comentario sobre la entrevista y su contenido, les hago saber que estoy de acuerdo con todo lo dicho por el intelectual; pero mi preocupación va un poco más allá.

Ocurre que, a mi entender, hace rato que Hugo Chávez está financiando sus proyectos no solo con los dineros del erario público venezolano sino también con fondos obtenidos del narcotráfico. Su amistad con las FARC no me parece puramente de índole ideológica; creo que ha participado en el negocio de las drogas y que estos ya profesionales le han introducido en los detalles del jugoso asunto. Es por ello que la presencia norteamericana en Colombia le incomoda tanto, porque le viene impidiendo -a él y a sus socios-, el movimiento que ya tenían restringido por causa de los esfuerzos del gobierno colombiano. Del mismo modo, le importuna el acceso cerrado a la pista libre que Mel Zelaya le había abierto en Honduras para repostar en camino al destino establecido. Siete cargamentos de droga (hasta donde yo supe) con origen en Venezuela incautados en Honduras después de la caída de Zelaya, dan fe de ello.

No puedo dejar de admirar a los gringos que han sabido camuflar su inherencia -muy bien justificada a mi entender, ya que Estados Unidos es el principal consumidor del producto final- tras una colaboración anti-terrorismo de igual modo que al gobierno colombiano que se sabe impotente -después de más de 40 años tratándo de someter al monstruo de las FARC que tan bien se esconde tras la manida “justicia social” (Ay de mi! La pobre “Justicia Social” da para todo!)- porque lo que están haciendo está muy bien orquestado.

Pero resulta que Venezuela no es tan inteligente (después que lo escribí me dolió el estómago); su cúpula asesora actual está plagada de lo último en la escala intelectual si es que eso es posible; entre otras cosas porque Hugo Chávez, no acepta asesorías.

En la novela que da título a este post: “Vientos de Guerra”, -ubicada históricamente en el siglo IV a.C.- Polémides, el personaje principal, es un ateniense que debe ser juzgado por alta traición (se pasó al bando espartano en la guerra que Atenas perdió con Esparta dos años antes); por el asesinato de Alcibíades Clinias Escambónidas (el general ateniense que ha sido juzgado por la Historia como el principal responsable de la Guerra del Peloponeso y de la derrota de Atenas en el conflicto) y porque mata a un marinero compatriota suyo en una disputa de amoríos.

Polémides se da por perdido, hasta que Jasón- el otro personaje sobre el cual se registra la trama; un hombre de familia aristocrática que sirvió bajo las órdenes de Alcibíades y de Pericles “el Joven” -, decide defenderlo. Mientras Polémides había sido un mercenario bajo las órdenes de un arcadio, Jasón era de facciones pro-demócratas y socráticas, lo cual trae desavenencias entre ambos.

Alcibíades siempre fue sinónimo de un personaje bipolar y conflictivo. Las consecuencias de sus traiciones e indecisiones, fueron cargadas por los hombros de todos los atenienses de su tiempo. Desde joven quiso brillar y destacar y por ello, llevó a Atenas a romper la famosa “Paz de Nicias” (tratado que fue firmado entre las ciudades-estados griegas de Atenas y Esparta en 421 a.C., terminando con la primera parte de la guerra del Peloponeso) y guió a Atenas al desastre al convencerla de participar en la fatídica “Expedición a Sicilia” que costó la vida de más de veinte mil de sus hijos y la esclavitud de otros miles.

Alcibíades estaba unas veces del lado de Esparta y otras del de Atenas; de modo que arrastraba a ambos pueblos de acuerdo a sus inclinaciones y estados de ánimo provocando así las cruentas e intestinas guerras que les diezmaron a todos lográndo que, aun cuando Esparta supuestamente hubiese vencido, se sintiera perdedora.

Me siguen? El falso nacionalismo casi siempre oculta una inconfesable intención individualista y personal. Colombia y Venezuela, con sus dimes y diretes similares a los de los buenos hermanos, no entrarían jamás en un verdadero conflicto armado sin un “Alcibíades” azuzándolo todo desde sus gónadas.

No nos dejemos confundir con consignas incendiarias y cuentos “de camino”, como llamamos en mi tierra al bla-bla-bla. El hermano país sigue siendo el mismo donde nuestras fronteras se diluyen en música, paisaje y humanidad. El mismo que nuestro Simón (el de ambos) veía como una continuación sin fin de su patria, hasta el Ecuador...

Dónde andará nuestro Polémides? Como en la novela de Steven Pressfield, al final, sería perdonado.

Discúlpenme la tristeza...

Comentarios

  1. hola princesa, me encanta tu block, te deseo lo mejor del mundo y que el Universo resuelva esta situacion rapido. Ya que la mayoria que esta al tanto estamos con las manos amarradas por el poco liderazgo y las traiciones.
    Que viva Venezuela Libre de Opresion
    JAE

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas populares