La verdadera amenaza del Islam

Continuando con el post anterior y volviendo a mi preocupación por los avances del Islam en su carrera “evangelizadora”, no debería importar que una religión u otra controlara la mayor parte del mundo, Verdad?. La Fe Católica ya lo hizo antes, sin aparentes consecuencias.

En la antigüedad, imperaban las religiones politeístas y cada pueblo tenía su credo; el temor al “poder invisible” propio del ser humano y acentuado en la mayor parte de esas culturas hacía que, aun cuando invadieran otras tierras intentando anexarse territorios y someter a sus pueblos, respetasen sus creencias y en ocasiones, acogieran como propios algunos de sus dioses. Las religiones monoteístas, fueron las primeras en decidir imponer como único a su dios en las tierras conquistadas.

Así creció el cristianismo en occidente y fue invadiendo espacios –unos por las buenas y otros por las malas- y llegó a América de la mano de los conquistadores españoles, portugueses, ingleses y franceses, imponiéndose de forma violenta. A estas alturas ya no nos importa demasiado cómo fue que ocurrió; los católicos no le cobramos a la Iglesia desmanes tales como la Santa Inquisición o la tortura y muerte de indígenas y negros para hacerlos abjurar de sus creencias y convertirlos a las nuestras. No nos molesta mayor cosa que se haya acabado con razas enteras en el nombre de nuestro Dios o que se encarcelara o matara a científicos, porque sus descubrimientos iban en contra de lo que la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana, decía que era válido.

Cuando dije al principio que no debería importar que una religión u otra “controlara” la mayor parte del mundo, me refería exactamente a eso. Las religiones se crearon, no para unir a los hombres en un acto de amor a la Divinidad, sino para manipular sus mentes a través del temor al castigo que UNO -el administrador del conocimiento- sabe que vendrá, si el comportamiento general no se aviene al mandato de SU DIOS; designios que además solo él, el iluminado, conoce. El dios inventado por el intermediario divino -con quien solo él puede tener contacto y hablar directamente- se manifiesta con características copiadas a su creador. Tiene su sensibilidad y bondades, pero también sus temores, sus dudas y debilidades.

Un hombre bueno, como Moisés por ejemplo, un líder de su tiempo que deseaba liberar a su pueblo de la esclavitud y que creía a pies juntillas que eran el Pueblo Elegido de Dios; se apartó a meditar en cómo convertir a los salvajes que venía arrastrando desde Egipto en un grupo de gente civilizada; subió al monte Sinaí y regresó con unas leyes indiscutibles, porque el propio Dios se las había dictado. En su caso, eran normas básicas que el sentido común establece para lograr el orden y la convivencia pacífica, por ello resultaron buenas. Después, se les fueron agregando simplezas acordes a las convicciones y creencias de los herederos de la fe y los mandatos divinos fueron tan nimios como qué comer o con qué mano; como si el Dios Todopoderoso Creador de Todo lo Visible e Invisible, fuera por allí repartiendo normas de higiene.

En el caso de Mahoma, después de pensar bien en como adueñarse de las maleables mentes de los más vulnerables (su prédica comenzó por los pobres de la Meca) intentó hacerlo a partir de las religiones que conocía; gracias a los viajes que había hecho con el tío mercader que lo crió y por lo que sabía de las pequeñas comunidades judías y cristianas asentadas en la región, recogió al Ángel Gabriel como el portador del mensaje divino para él y volvió su rostro al origen ismaelita del pueblo árabe lo único que, supuestamente, les unía a todos. Supo, desde el principio, que no era posible convertirse en un líder político -la forma de división en clanes de su gente se lo dificultaría-, entonces el método indicado era: Reunirlos en una sola fe.

Mahoma hizo un viaje a Jerusalén, -a anunciarse entre los judíos como profeta inspirado, receptor del mensaje de Dios a través del Ángel Gabriel-, y de allá lo sacaron con cajas destempladas; era imposible que un ismaelita (descendiente de Ismael, el hijo bastardo de Abraham en la esclava Agar de donde se dice decienden los árabes) fuera a destronar ante Yahvé a los descendientes de Isaac (el hijo legítimo de Abraham y Sara, de donde se supone descienden los judíos). Esto, de una vez, lo indispuso en contra de ellos.


Su propia gente combatió a Mahoma, debido a que el comercio de la Meca dependía de las peregrinaciones de los árabes a la Kaaba, el monumento piedra angular de su religión.
La Kaaba servía como centro de culto para los árabes politeístas pre-islámicos y se considera que contuvo, a lo largo del tiempo, hasta 400 ídolos. Ese dios único de Mahoma, podía perjudicar el intercambio comercial con los peregrinos a la Meca y no fue aceptado de buen grado de modo que tuvo que marcharse a Medina a partir de donde comenzó la lucha por posicionarse como el último "Enviado Divino". Después de algún tiempo Mahoma, triunfador, retornó a La Meca y limpió el templo de ídolos tras honrar a la "Piedra Negra" -el corazón de la Kaaba-, ya que no era cosa de oponerse a todo. Es a partir de allí que, inteligentemente, la fundación de la Kaaba es atribuida al patriarca unitario Abraham, -algo que antes nunca se había mencionado-, del cual Mahoma se hace heredero al nombrarse, a sí mismo, descendiente directo de Ismael, su hijo.

Pero, qué pasa con la religión de Mahoma? Por qué, entonces, es peor que las demás? Entre otras cosas porque, como deciamos mas arriba, el islamismo copia el pensar y sentir de Mahoma no el de Dios y su creador, era un controlador que quería manejar hasta los detalles más personales de la vida de su pueblo; Mahoma era un hombre insensible sin ninguna piedad y además, misógino. Cuál es el resultado? Vean lo que la psiquiatra árabe Wafa Sultán dice de su impresión a partir de la lectura de los libros sagrados de la religión islámica y seguimos en el próximo post.

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