Sumisión


Continúo con mi análisis sobre el Islam, -que ya lleva dos posts y pienso que este será el último por ahora-, para dejarles lo más claro posible el fundamento de mi opinión sobre el peligro que representa para todos, una de las tres grandes religiones del mundo. Esto no quiere decir que espero que la compartan, la discrepancia es profundamente respetada en este blog. Solo deseo mostrarles hechos que podrían alimentar sus propias opiniones sobre el tema.

En la anterior entrada y segunda de la serie, les explicaba que las religiones casi nunca tienen nada que ver con Dios. Por el contrario, casi siempre están más relacionadas con el deseo de UNA persona de usar su supuesta conexión con El para manipular a las mentes débiles, que en el de brindarnos herramientas para salvar los obstáculos que tenemos para sentir Su Divina Presencia en nuestras vidas.

Quiero que quede muy claro que no intento decir en ningún momento que Dios no existe, por supuesto que existe, pero El no requiere para nada de intermediarios. En el mundo actual, ya no se fundan iglesias importantes, (aunque miles de predicadores y santos re-encarnados siguen burlándose de la buena fe de algunos y haciendo con ellos lo que quieren), esa movilización masiva del pensamiento que antes se obtenía uniendo a los pueblos en creencias místicas, ahora se logra a través de la política.

Hablando de Mahoma nuevamente, quisiera hacerles una comparación; háganse la idea del resultado que podría obtener Hugo Chávez –el presidente de Venezuela, si es que alguno no lo sabe o creen que hablo de otro-, si fundara una iglesia y lograra que lo siguieran, con los ojos cerrados, 1500 millones de personas. ¿Qué creen que pasaría? Además de que sería el hombre más feliz del mundo, sin duda alguna sería un terrible peligro para el resto de la humanidad que no comulgara con su credo. No diría que Simón Bolívar le habla al oído (me imagino que el Libertador se revuelve en su tumba cada vez que lo nombra), sería el propio Dios Padre Todopoderoso, ¿Y quién podría oponerse a lo que exigiera entonces, por muy arbitrario que fuera, si Chávez fuese el Enviado de Dios?

Eso es exactamente lo que ocurre con el Islam. Mahoma tuvo que condenar a todas las otras religiones y decir que la suya era la única válida, para lograr la sumisión total de los árabes. Inclusive refrendó el uso de la violencia contra los no creyentes; para el Islam los “infieles” somos vacas o menos, nuestras vidas no valen nada.

Con respecto a la mujer, fue muy severo. Las mujeres somos las madres de la humanidad; definimos las creencias de nuestros hijos y sus conductas desde sus cunas, así que teníamos que estar subyugadas y sometidas por los designios divinos a las decisiones de los hombres; nos acusó de inmundas, traidoras, inferiores e impuso que fuéramos permitidas en nuestras funciones maternales solo hasta que nuestros hijos –los varones nada más, como es natural-, fueran lo suficientemente mayores para no requerir de nuestra atención permanente. Desde ese momento pasaban a la tutoría del padre y del guía espiritual.

Si confiáramos en la teoría creacionista judeo-cristiana y supusiéramos que fue Dios quien creó a Adán y a Eva y los colocó en el Jardín del Edén, con un fin tan egocéntrico como el de adorarle, ¿Cómo es que desde un principio no nos puso una burka para cubrirnos de la cabeza a los pies? O nos obligó a caminar sin hacer ruido para no llamar la atención sobre nosotras, o le dijo a Eva que jamás se dirigiera a Adán a menos que estuviera algún varón de su familia presente… (¿) Supongo que debe ser porque Yahvé y Alá son dos creadores distintos, aunque el Ángel Gabriel si sea el mismo. Un poco confuso todo esto, pero no hubo nadie que se atreviera a discutirlo, sobre todo si el castigo por discutir “la palabra de Dios” a través de “Su Profeta” era la muerte, ¿No?

El problema más grave que encuentro, es que todo esto que ocurría en el siglo VII, -quizá un poco mas justificado por la ignorancia de esa época-, sigue ocurriendo hoy en día sin muchos cambios; además de que los musulmanes se empeñan en exportar estas creencias retrógradas a otros países, donde nuestras culturas y la evolución natural de los tiempos nos ha permitido a las mujeres ganar espacios de libertad.

Castigar, a estas alturas del siglo XXI, a una mujer con cien latigazos por tener sexo fuera del matrimonio o apedrearla hasta la muerte por tener una relación extra-matrimonial -a sabiendas de que la mayoría de los matrimonios son arreglados y que no existe el amor en ellos-, es criminal y debería estar penado por la ley; pero en la “Ley del Islam”, que es la única que gobierna las vidas de los habitantes de los países bajo su sello, eso está justificado. De igual modo que el hecho de que un tío vertiera gasolina sobre su sobrina de once años y la prendiera en llamas por ponerse lápiz de labios o que un padre matara a sus dos hijas adolescentes, porque una tenía a escondidas un novio no islamita y su hermana encubría la relación.

En el mundo occidental que conozco -totalmente lleno de injusticias-, al menos se castiga la pedofilia; dentro del Islam se siguen los pasos del profeta y como él escogió por esposa a Aisha cuando esta tenía seis años de edad, -aunque se supone que no consumó el matrimonio hasta que ella llegó a los nueve-, los islamitas consideran que es correcto continuar con esa práctica. Quisiera que recrearan en sus mentes la imagen del pene de un hombre de cincuenta y siete años dentro de la vagina de una niña de nueve; pero además imaginen que esa niña es vuestra hija y por último desearía que me garantizaran que no fue otro que el propio Dios, el que dio el visto bueno a ese acto de Mahoma.

Los musulmanes se multiplican entre nosotros, intentan imponer sus normas y exigir que se le haga espacio a su fe. Ellos predican en cárceles y barriadas populares y manifiestan en contra de los países que les dan acogida, donde continúan con sus actos bárbaros sin ningún respeto por las leyes. Lo que les comenté sobre la niña quemada y las hermanas muertas ocurrió en los Estados Unidos, no en algún Estado islamita. El director de cine de origen holandés Theo Van Gogh fue asesinado en 2004 por realizar un cortometraje titulado “Sumisión” basado en un guión de la diputada neerlandesa de origen somalí Ayaan Hirsi Ali sobre la vida de la mujer dentro del Islam. El hombre que lo asesinó de varios tiros y puñaladas había nacido en Holanda de padres marroquíes, bien educado y de buena familia. Esto fue lo que argumentó durante su juicio: «Actué estrictamente en nombre de mi religión. Algún día, si me liberasen, haría exactamente lo mismo». Dirigiéndose a la madre de van Gogh, le dijo: «No puedo sentir nada por usted [...] porque creo que es una infiel».

Les dejo parte del corto de Van Gogh y una reflexión: ¿Quieren ustedes un mundo así para sus hijos?

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