Y… ¿dónde estábamos nosotros?


Leyendo el texto de un amigo sobre la Venezuela que conoció y que considera perdida - al menos para él-, me quedé pensando en cómo era en realidad el país que recuerdo y poco a poco comencé a notar que, si alguien no podía sentirse identificado con aquel país, era el 80% de las personas que terminaron votando por nuestro actual presidente: Hugo Chávez Frías.

Aunque se sabe que el mazacote chavista que resultó el Socialismo del Siglo XXI es una gran farsa, aun así, muchos de los argumentos que esgrime están fundados en la realidad y es por eso que se hizo tan convincente. Ya la Revolución Social del marxismo era una bandera a media asta, de modo que escoger el “bolivarianismo” para bautizar la misma vieja lucha de clases de siempre, fue fácil y les diré por qué.

Afortunadamente tengo memoria desde muy niña y con los años he podido re-ordenar mis vivencias dándoles, lo que creo, es la proporción correcta. Cuando pequeña, recuerdo haber vivido una Venezuela bastante rural. Nací en los años sesenta y los vientos de renovación mundial llegaban también hasta nosotros, pero mi impresión es que para los venezolanos, no pasaba de ser una fresca brisa. Todo aquello del amor libre y la igualdad entre los sexos, para las mujeres de mi país fue llegando muy poco a poco y todavía hasta hace unos años atrás, no estaba muy bien visto eso de ser “liberada”; si es que podemos decir que en la actualidad lo sea. La Venezuela de esos años le hacía honor al dicho aquel de: “Caracas es ciudad y lo demás, monte y culebras”. Y lo de: “ciudad”, también habría que verlo comparada con cual.

Ya en los años setenta éramos un país un poco más moderno; pero tratando de emular la “modernidad”, comenzamos a perder nuestra propia identidad. Recuerdo que mi hermana Valentina y yo nos metíamos en nuestro cuarto después de cenar, a escuchar la radio hasta quedarnos dormidas y si aún el día de hoy mi hijo mayor se sorprende de la cantidad de canciones “gringas“ insólitas que me sé, se debe a que las dos nos mandábamos un maratón de Radio Capital donde -Plácido Garrido, Gustavo Pierral y el Musiuito, no recuerdo en qué orden-, nos paseaban por todo lo que estaba de moda en el “norte”. Fue así como llegó el momento, en que casi sin excepciones todas las emisoras del país transmitían música extranjera; de tal manera que hubo de crearse aquel decreto del “2 X 1” para salvaguardar la producción nacional.

De igual modo, los avisos de los negocios del creciente comercio eran en inglés; los de las discotecas, eran en inglés; los McDonalds y Burguer Kings engulleron a nuestro muy querido Tropiburguer; la gente en las fuentes de soda pedía “Ice Cream Sodas” y como es bien sabido, bebíamos –y bebemos- güisqui hasta en los cócteles, de modo que nos convertimos en el país donde la bebida nacional se hace en Escocia porque beber el ron criollo era, y es: “chimbo”.

Venezuela, miraba hacia el “norte” a todas horas del día y de la noche. Queríamos Levi’s Strauss y Wrangler’s; Keds y Vans; Chicago y Earth, Wind and Fire. Comprar nacional – vestirlo o escucharlo- era “balurdo”; viajar a Miami y regresar cargados con miles de tesoros “de afuera” era lo máximo pero ¿cómo nos veían los que no hablaban inglés, ni viajaban a Miami, ni entendían el “guachi- guachi” en la radio?  Esos que para nuestro "asco" nos piropeaban en la calle diciéndonos en "nuestro idioma": Adiós, "mailó"! ¿Quiénes éramos para ellos?

El asunto es que los centros comerciales; el Este de Caracas en general; la radio; el Boulevard de Sabana Grande; Chacaito; las discotecas; el metro; la oportunidad de tener un buen carro; todo lo importado; los restaurantes; los cines; el Parque del Este; los museos; los auditorios de los Bancos; el acceso a créditos hipotecarios; los colegios privados; las clínicas; las salas de teatro; el Ateneo; el Zoológico del Pinar; Sabas Nieves; el Ávila en general; el teleférico; las boutiques; Las Mercede; el teatro Nacional; el teatro Municipal; la Cinemateca; el Museo de los Niños; el Parque el Conde; el Aeropuerto Simón Bolívar; La Carlota; la Biblioteca Nacional; la Plaza Bolívar; la Catedral; la Quinta Anauco; la Casa del Libertador; la Concha Acústica; la Plaza de Toros; el Hipódromo; el Jardín Botánico, la Universidad Central y su Aula Magna; los cines; el Capitolio; para no seguir nombrando, todo lo que hace "vivible" a una ciudad, nos pertenecía casi exclusivamente a nosotros: un puñito de gente que no parecíamos venezolanos (porque parecerlo no es muy bonito y hay que sacar el ancestro extranjero que nos mejoró la raza en los primeros tres minutos de conversación) y eso, solo por hablar de la capital.

Digamos que quince millones de venezolanos (porque podríamos decir que 20.000.000 lo cual es el 80% de 25.000.000); treinta millones de ojos, nos miraban preguntándose: ¿Será que a estos se les olvidó el castellano, nunca han visto un hospital por dentro, no fueron jamás a una escuela pública o saben que cada casita de las que hacen lucir a Caracas en la noche como un Nacimiento, tiene gente adentro? Y todo lo que le pasaba a “esa gente”, le pasaba a un “otro” lejano y ajeno. Sus deseos, sus necesidades, sus ilusiones, sus sueños estaban allí, llenando de fuerza una olla de presión y nosotros, encerrados en nuestra mala imitación del “norte”, permanecíamos ausentes de sus existencias. Los únicos que podíamos producir un cambio para ellos, los ignorábamos voluntariamente mientras vivíamos en un país paralelo.

¿Dónde estábamos nosotros mientras Hugo Chávez llegó al poder con su agenda personal? En el país donde parecemos seguir estando mientras nos den divisas -por pocas que sean-, tengamos los contactos para obtenerlas o dinero para adquirirlas y cuando abrimos los ojos y vemos el nuestro, no nos gusta porque Hugo Chávez lo ha ido convirtiendo en el país "de ellos".

¿Será que alguien sensato tiene un proyecto de país que nos incluya a todos?

* Fotografía de la "montaña que decora mi ciudad" cortesía de Gonzalo "Chile" Veloz Blanco.

Comentarios

  1. Una sola palabra resume lo que pienso: CARAJO!!!

    Y me disculpa la poca fineXa..., pero no sé qué otra cosa colocar.

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  2. José Augusto Azpúrua G.17 de julio de 2014, 12:52 a.m.

    Mariana:
    El hecho de que esa gente que no era la que mencionas, sino la gente del pueblo, con el paso de los años, los sesenta, y setenta, estuvieron viviendo igual que el resto del país unas enormes distorsiones, debido al entrometimiento constante del gobierno en la economía y el area monetaria. La cosa no es tan sencilla como para explicarla en unos cortos comentarios, pero cuando se conoce, se puede ver el enorme daño que la pseudo democracia sufrida por nosotros, fue la causa de que pudiéramos llegar a la situación actual, ya que fue ese período adecopeyano el que indujo a la gente a buscar una especie de repetición de Pérez Jimémez, pero resultó que había un mundo de diferencia entre Chávez y el general. Aunque ya el general, con su autoritarismo, estaba actuando estilo socialista, irrespetando la propiedad ajena, al obligar a la gente a tener que pedir permisos para efectuar cierta clase de negocios, o poniendo al gobierno a tener negocios, en lugar de sólo dedicarse a proteger a la ciudadanía de los depredadores.

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  3. Ay, tío...el gobierno no tiene la responsabilidad sobre nuestras acciones personales...es como cuando eramos chiquitos y usábamos la excusa: "Es que mis amigos...!"...la respuesta materna era (y es): "Ah, si!...Si tus amigos se tiran de un puente, tu haces lo mismo"...NOSOTROS ignoramos al otro 80% del país...NOSOTROS aceptábamos que el gobierno los ignorara también...NOSOTROS somos causa y el gobierno efecto y lo seguimos siendo......NOSOTROS no vivimos una pseudo-democracia: la creamos...Tu discurso de la "moneda" y el "gobierno intervencionista" ya parece el chiste de "los fenicios"; toma cualquier tema, le da la vuelta en tres palabras y de inmediato, se convierte en: "...y los fenicios" jejejeje

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