PIPA, SOPA, ACTA...puaj!

Soy una persona extremadamente curiosa. Mi vida entera gira alrededor de un ¿por qué?, lo que me ha llevado a desarrollar grandes habilidades para investigar y encontrar información. El mundo es “ancho y ajeno” y está lleno de gente, objetos, historias, situaciones, animales, plantas, piedras, elementos y demás, puestos allí para que los descubra, desglose, diseque. Nací con esa tara.

Es por esto que suelo comentar que la "red de redes" fue inventada para mí. Las posibilidades infinitas de la Internet son suficientes para satisfacer el apetito de cualquier curioso como yo; eso sí, con sus bemoles y sostenidos. El asunto es que con la masificación de su uso y la amplitud de sus aplicaciones, casi cualquiera que tenga una computadora conectada a la red puede “subir” o “colgar” información y como todo, resultar tan exacta como su origen lo permita. Esto me obligó a discriminar y decantarme hacia fuentes confiables: investigadores, profesores, especialistas en temas y sus publicaciones, y alejarme de los curiosos de los temas.

Como ejemplo, hace años produje y conduje un programa radial sobre música y cultura brasileña. Entonces la Internet era todavía territorio de difícil acceso y la información en ella, escasa. Buscaba datos sobre una fiesta popular del nordeste brasileño conocida como “Bumba meu boi” o el “Boi-bumbá”, para la cual se construye la imagen de un buey y se recrea mediante danza la historia de este animal sagrado que un campesino mata, con el fin de satisfacer el antojo de carne de su esposa.
Basada en una leyenda antigua, tiene un poco de sátira, comedia, tragedia y claro, música, la cual es responsable de que la bestia vuelva a la vida. No voy a extenderme en el tema, sino en cambio comentar que la única página que encontré donde hablaban de dicha celebración -una página de viajes de un aventurero norteamericano-, hacía referencia al título de la festividad como “Hit my boy” o “Golpea mi muchacho”. El explorador nunca se dio por enterado de que la palabra “boi” traduce: “buey” y no “muchacho”, aun cuando la figura central de la danza es un buey gigante y colorido que manejan desde dentro dos hombres adultos, uno para la parte delantera del cuerpo y otro para atrás. Afortunadamente conocía algo de la fiesta y sabía de qué trataba porque de otro modo, probablemente hubiera continuado regando la especie de la fiesta popular nordestina brasileña: “Golpea mi muchacho”.

Como decía, la internet tiene la posibilidad de aportar cultura y conocimiento del mismo modo que de acortar distancias, lo cual es maravilloso porque convierte al mundo en un verdadero "pañuelo". Sólo que hay que tener el cuidado de no quedar atrapados en “Power Point Presentations” que aseguren cosas tales como: “En el presente, sólo existen tres tipos de marsupiales y todos viven en Australia”, cuando en verdad existen unas 270 especies de las cuales unas 70 viven en América y aproximadamente 200 en Australasia. Es fundamental tener el sentido crítico de colocar en el buscador de nuestra preferencia la información que recibimos antes de pasarla nuevamente a otra persona. La gente tiene tendencia a confiar en la palabra escrita como si de las tablas de la ley se tratara y es pésima costumbres de algunos usuarios de la red traspasar a otros sus propias ignorancias, como también editar textos correctamente elaborados con lo que sus capacidades intelectuales y culturales le permitan entender.
Fue así como de un texto sobre la mujer de más de 40 años del periodista y escritor colombiano Santiago Gamboa que reza: “...son bellas, muy bellas, pero también serenas, comprensivas, sensatas, y sobre todo, endiabladamente seductoras, esto a pesar de sus incipientes patas de gallo o de esa afectuosa celulitis que capitonea sus muslos…”, la afortunada y graciosa frase en negrillas, quedó convertida en: “...que 'capitanea' sus muslos...” restándole toda belleza poética al símil entre esa desgraciada celulitis producto de los cambios hormonales, con un efecto de tapizado muy elegante. Y todo por el simple hecho de que tanto los correctores automáticos como las mayorías, ignoran que el estilo de tapizado con botones que lo umbilican en ciertos puntos, se llama “capitoné” en francés o “capitoneado” en español, así que cualquiera que leyó y no entendió de qué se trataba, resolvió que era un error del escritor que debía corregirse. Lo mismo que  de seguro ocurrirá con el término "umbilican" antes usado, que mi corrector se empeña en convertir en "umbilical", si alguien decide copiar este texto.

Si la ley SOPA, la PIPA y todas las demás que inventen para intentar regular los contenidos de la red y proteger el derecho de los autores, se usaran para inhibir a los salvajes de tomar un texto grandioso y desgraciarlo, o para impedir que cualquiera que esté medianamente alfabetizado tenga un blog donde “desinforme” todo lo que pueda, obtendrían mi voto sin cuestionamientos. Si no, espero que los gobiernos del mundo se cansen de querer regular a su medida y nos dejen la red en paz a los buscadores de cualquier cosa, como yo.

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